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ENTRE LINEAS

Viaje al mundo de los sueños (1ª parte)

Viaje al mundo de los sueños (1ª parte)

 

“Los sonidos se van. Desaparecen casi sin darse cuenta. Como el aire. Comienzan a moverse otras imágenes no ya del mundo sino de lo otro donde no existe ley de gravedad. Es la transformación donde ahora rige la sensitividad, la vida misma. No una ficción sino una verdad más. Una verdad mayor. Un más si mismo. Un mal dibujo de lo que yo soy cuando digo que soy ‘Entre Líneas’. Cuando me digo yo. Y abro los ojos.”

 

Había pasado una semana horrible. El insomnio se cebó especialmente en mí y acumulaba cansancio para el fin de semana. Además, la ausencia de sueños, acrecentaba ese malhumor desganado enemigo de cualquier iniciativa que me planteasen. En esas circunstancias llegué al viernes, en esas y en un creciente nerviosismo ante la perspectiva de tener que coger el avión esa misma tarde para dirigirme, en cita casi obligada por mi pareja y ordenada por mi conciencia, a Granada. Reconozco que no me gustan los aviones, no porque se pueda tener un accidente del que probablemente no saliese vivo. No es por eso ya que a fin de cuentas ni me iba a enterar del momento del tránsito del mundo de los vivos al de los muertos. No, la razón es mucho más prosaica porque imagino que mi cuerpo, tras un accidente aéreo, quedaría irreconocible y sus trocitos esparcidos en un radio más o menos amplio. Me causa un espanto terrible pensar que a la hora de recomponer los pedacitos que encontrasen de mi para entregar el cuerpo, o lo que fuese, a mis deudos, se hubiesen equivocado al juntarlos y los hubiesen ensamblado, por poner un ejemplo, con alguien indeseado para mí. Un inspector de hacienda a punto de jubilarse, sin ir más lejos. Me veo nuestros espíritus vagando juntos toda la eternidad. La mitad del espíritu me lo fiscalizaría todo, hasta las cuentas con el “más allá” que es algo que debe fastidiar un montón. No podría largarme de “valkirias”, ni comprarme un paraíso, al no poder justificar ingresos para semejantes dispendios. A pesar de esas especulaciones, el peso de mi conciencia que recordaba el estado de abandono en el que tenía a mi pareja y la ingestión de una pastilla de “sumial10” , pudo más que mis temores y me decidí, casi arrastrándome por los hangares del aeropuerto de Barcelona, a coger el vehículo aéreo que me llevaría a una eternidad que estaba en manos de la pericia o impericia del “cesei” patrio .

 

Lo cierto es que el vuelo fue de lo más tranquilo, el “pelotazo” de tranquilizante hizo efecto, sin más turbulencias que las del aterrizaje en el aeropuerto de Granada dónde soplaba un viento frío que venía de Sierra Nevada. Eran las seis de la tarde. Estaba deseando llegar al hotel para acabar mi particular aterrizaje en la pista corta de la cama y dormir todo el fin de semana. Craso error el mío.

 

- Nos vienen a buscar unos amigos, cariño.

- ¿De veras? – esbocé una sonrisa tonta, sin apenas darme cuenta que mi pareja iniciaba el “programa” que me tenía preparado para el fin de semana.

- Si. Por cierto, esta noche nos han invitado a un concierto en el Auditorio Manuel de Falla . Ya sabes el que está en el recinto de La Alhambra ¿A qué es fantástico?

- ¡Maravilloso! – dije con un entusiasmo que hubiese animado a permanecer en la tumba a cualquier muerto que pudiese escucharme-Oye ¿y quién toca?- intenté disimular con una pregunta mi desinterés.

- ¡Ah, no sé! ¡Pero puede estar bien ¿A qué sí?! Luego iremos a cenar y después…

 

Ya no quise escuchar mucho más porque, por lo visto, en el programa de actividades no aparecían conjuntamente los términos “cama” y “dormir”. El concierto empezaba a las nueve de la noche y, como iba el “todo Granada”, había que vestirse para la ocasión. Con americana, corbata y, por supuesto, zapatos brillantes. A mi me fastidia vestirme de uniforme los fines de semana, pero no protesté gracias a que aún me duraba el efecto de pastilla, lo que me hacía estar en un estado de “semi-estupidez” ingrávida, y que la conciencia amenazaba con acabar con esa placidez de me invadía.

 


 

El festival se llamaba “Rajmáninov” y se interpretaban piezas de Mikhail Glinka, el ínclito Sergei Rajmáninov y Piotr Ilich Chaikovsky. No estaba mal pero, con el cansancio que arrastraba, dudaba mucho llegar despierto a la “Patética” de Chaikovsky llena de notas que invitaban al abandono de los sentidos previo cerramiento ocular. Eso iba a significar para mí caer en el más profundo de los sueños… Aguanté sin cerrar los ojos más allá del descanso aunque confieso que hice un amago, incluso doblando la cabeza, cuando el pianista atacaba el “alegro ma non tropo” del concierto para piano y orquesta núm. 3 en Re menor de Rajmáninov. Mi resistencia llegó a su límite justo en la última pieza. Cuando se interpretaba la Sinfonía “Patética de Chaikovsky”. Entrando en el “Finale. Adagio lamentoso-Andante” cerré los ojos. Fue un instante, no más allá de una milésima de segundo, pero al abrirlos me encontré sumergido en un particular viaje al mundo de los sueños.

 

 

6 comentarios

MaRioSe -

Deberías de darle más protagonismo a éste párrafo, para que no pase inadvertido, casi no me doy cuenta y vale la pena leerlo.
Me refiero a:

"Los sonidos se van. Desaparecen casi sin darse cuenta. Como el aire.

Comienzan a moverse otras imágenes no ya del mundo sino de lo otro donde no existe ley de gravedad. Es la transformación donde ahora rige la sensitividad, la vida misma.
No una ficción sino una verdad más. Una verdad mayor. Un más si mismo"

MaRioSe -

Sumial-10? conozco, por desgracía toda la familia... ya van por sumial-retard de 160mg... mucho más fuerte... pero que no puede pasar un día sin tomarlo, el cuerpo se acostumbró... tanto efecto te hizo?? te voy a volver a leer...
Entonces... ¿estuviste en Córdoba o sólo de paso para Granada?
No hay ausencia de sueños, sino el no recordarlos... aunque eso ya lo sabías ¿no?
Me gusta tu final, porque invitas a soñar, aunque sea despiertos:
"pero al abrirlos me encontré sumergido en un particular viaje al mundo de los sueños"
No me enteré en lo que me decías del agua, en mi última entrada ¿la has leído?

Pléyades -

Tranquilízate, por lo poco que se del tema, no estarías obligado a compartir limbo con nadie que no hubiera compartido anteriormente algún tipo de experiencia contigo (revisa).
Ahora que caigo… el Limbo… ¿no lo abolió la iglesia? Vaya fastidio, yo que pensaba encontrarme allí contigo; pues nada "Siempre nos quedará París" Bonita frase esta.

Helena -

Has relatado a la perfección la "tortura" a la que te sometió tu pareja con el programa de "vamos a hacer algo diferente". Alguna vez he pasado por una experiencia similar y es verdaderamente terrible... Y esos ojos queriendo cerrarse y la lucha que se entabla con ellos.
Por otro lado, el concierto unido al entorno tuvo que resultar mágico... Claro que, esto seguramente facilitó que el sueño encontrara un lugar ideal para instalarse.
Lo del inspector de Hacienda ha sido una nota muy divertida. Ahora cada vez que suba a un avión miraré a ver quién tiene cara de poder serlo (porque se les nota, hay cosas que no se pueden ocultar)
En fin... que espero ansiosa la segunda parte, tanto que tal vez tenga que tomar Sumial 10 hasta que lo publiques. ;-)

Alvaro -

Pobrecito mio. Jeje. Y es que hay pocas cosas tan desesperantes como querer dormir y no poder hacerlo. Los vagones del metro son testigos por mi parte de esos "microsueños". Espero la segunda parte.

Un saludo desde el agua.

Abril. -

Espero ansiosa la segunda parte. Quizá, entre tus sueños, descubramos una puerta a un mundo distinto. Un mundo donde los olores, sabores y sentimientos te alejen de una monótona melodía cotidiana.

Oye… puedes estar tranquilo que yo no iba en ese avión. Seguro que nunca tendríamos que vagar juntos por el más allá. Aunque… pensándolo bien, tampoco soy inspectora de hacienda. ;-p

Petons.